Por Luis Garcia
La carrera de los futbolistas es efímera, por lo que una mala decisión en cualquier momento los sentencia a acabar de la peor forma si es que no tienen un plan a futuro. En la mayoría de casos, muchos jugadores terminan en la miseria o con problemas por excederse con las fiestas, alcohol y mujeres; ante la falta de educación que tienen.
Pero el caso de Jefferson Orejuela es curioso, ya que pintaba para ser un crack y referente de Ecuador por el gran nivel que mostró en Independiente del Valle cuando llegó a la final de la Copa Libertadores en el 2016. Cuando llegó al Ídolo en 2020 parecía ser la pieza ideal en un mediocampo con poco brillo, donde estaban Piñatares y molina. Sin embargo, en los partidos que jugó no marcó ninguna diferencia y terminó relegado a la banca.
Con 30 años uno esperaría que siguiera jugando, pero los últimos seis meses del 2022 pasó en Guayaquil City y tampoco convenció, por lo que debió salir y se quedó son equipo. Nadie quiso contratarlo, ni equipos de la Segunda Categoría, tomando la decisión de abrir su propia cevichería en Guayaquil, sabiendo que está en el final de su carrera y debe sobrevivir.
Jefferson Orejuela llegó en calidad de préstamo al Ídolo, proveniente del Querétaro mexicano, donde solo estuvo desde julio del 2020 hasta diciembre. En esos seis meses disputó 19 partidos oficiales, donde no anotó ni un gol ni dio asistencias. En su mejor momento llegó a costar 1,75 millones de dólares, pero su carrera se fue en picada y tuvo que dedicarse a la gastronomía.
29/02/2024
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